Comienzo a andar y me
encuentro con el primero, un labrador
valenciano, sigo mi camino entre plátanos y palmeras datileras, ahí está el
segundo, un poeta de bronce acompañado por una representación de su vida a la sombra
de 4 majestuosos Ficus. Continúo: palmeras, magnolios, setos de laurel y llego
al final. Una gran fuente, palmeras y pinos canarios en esta plaza, donde está
el último de los personajes de mi camino, el primer Marqués de Campo.
Efectivamente os hablo de la Gran Vía Marqués del Turia. Año 1884, trazado el primer ensanche de la ciudad 2 grandes
vías son ideadas como límite de urbanización y ronda exterior de la ciudad, siendo ésta una
de ellas. El jardín central fue diseñado
por Francisco Mora en 1907 y se
conservan incluso unos candelabros de hierro fundido decorados con grifos alados que sustentaban las farolas de gas.
Las fachadas de preciosos edificios de principios del s.XX te acompañan durante todo
el recorrido en el cual tus pies pisan
refugios antiaéreos construidos en 1938.
Y es que hay mucho, mucha historia, muchos bares, comercios, discotecas,
pero sobre todo muchos coches, esta es su peor característica.
Sin embargo, siempre
podrás encontrar gente disfrutando de ella, una pareja de enamorados sentada en
el nuevo mobiliario, ciclistas en sus bicis, abuelos con sus nietos, o turistas embobados con los encantados de la arquitectura de La Gran Vía Valenciana.
Carmen T. Costa
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